Jesús de la Salud. Santo Domingo, 20:15

Al anochecer del Lunes Santo, el Misterio procesional del Señor en su Injusta Sentencia se presenta en la Semana Santa de Cáceres, obra en madera de cedro del escultor de Mairena del Aljarafe, Rafael Martín Hernández, quien muestra un Jesús cautivo, de pie y con las muñecas atadas mediante una soga, en el momento de escuchar y tomar conciencia de su destino a través de su sentencia de muerte, dictaminada por Poncio Pilatos, también presente en la composición junto a su esposa, Claudia Prócula, y un centurión romano. La crudeza de la expresión del Señor, su gesto descarnado y dos lágrimas que brotan de sus ojos realzan al detalle el desabrimiento del durísimo trance al que se enfrentó Jesús. Muy presente, también en la talla, sobre sus sienes la corona de espinas, y que debido a su presión sobre la cabeza, salpican de desgarros, hematomas y heridas la frente de Cristo. El paso es escoltado por sus cofrades franciscanos, que en su sencillez característica, lucen hábito marfil con abotonadura en terciopelo morado, ceñido con cordón, y capirote morado. Exhiben en su brazo izquierdo el escudo de la Franciscana Hermandad Penitencial y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Salud en su Injusta Sentencia, María Santísima de la Estrella y Seráfico Padre San Francisco de Asís que representa la Cruz de madera, el viril con anagrama de la presencia viva de Cristo, un Crismón pardo y la Estrella Davídica con corazón doloroso, todo el conjunto unido en el abrazo franciscano de la Orden.

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Cofradía de las Batallas. Concatedral de Santa María, 21:00

Abren por primera vez en esta Semana Santa sus puertas la imponente Concatedral de Santa María la Mayor por la Procesión de las Batallas. Los hermanos, de solemne túnica roja y cíngulo de lana amarilla a la cintura, capa y capuchón negro o verduguillo, cargan con devoción tres hermosos pasos. El Santísimo Cristo de las Batallas, realizado por Antonio Arenas Martínez en 1953, talla de madera que representa a Jesús con la Cruz a cuesta, en su primera caída, imagen que va montada sobre una alfombra de 260 docenas de claveles amarillos. El Fervoroso Cristo del Refugio, antiquísimo Cristo Crucificado de tamaño natural, atribuido al imaginero portugués José de Proenza, que destaca por su lacerante expresividad en la Cruz. Y, María Santísima de los Dolores, imagen de candelero, del siglo XVIII, anónima, de bellísimo rostro y compungido semblante, engalanada con su distintivo escapulario donde aparece bordado un corazón con los siete puñales. La procesión camina entre las tenues luces que arrojan los hachones, dejando por testigos las centenarias pizarras de la Ciudad Monumental de Cáceres, y el sufrido dolor de la feligresía que acompaña la travesía se hace patente entre los silencios, el repicar de las horquillas y el soniquete de cornetas y tambores.

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