Cofradía de los Ramos. Iglesia de San Juan, 20:30

En el Miércoles Santo, que marca el final de la Cuaresma y el comienzo de la Pascua, la Real y Fervorosa Hermandad de Nazarenos y Cofradía de los Ramos, Cristo de la Buena Muerte, Virgen de la Esperanza y San Juan Bautista celebra su Pasión. Procesiona el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, crucificado, aún vivo, con la boca entreabierta y mirada doliente, la cabeza torcida levemente hacia su derecha, se expone a la aflicción de una Cruz de madera oscura coronada por el rótulo INRI. A sus pies, un monte de claveles rojos y lirios morados, y en las cuatro esquinas, hachones que apenas alumbran la serena talla del siglo XVII. Tras el Señor, María Santísima de la Esperanza, en palio de terciopelo oro y aceituna, sostenido con diez varales, auténtica obra maestra del taller de Manuel Seco Román, de Sevilla. La imagen de la Virgen, neobarroca, de aspecto angelical, casi niña, de dulce llanto y de gran belleza, luce excepcional manto bordado en oro, piedras y perlas, destacando las joyas regaladas por Doña Mercedes Calle, mecenas de Cáceres y devota de nuestra Semana Santa. Asisten a los pasos los hermanos cofrades, en hábito blanco ceñido con cíngulo gualdo, capa y capuchón morados; y miles de mantillas, que acompañan en su devoción a la Esperanza.

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Vía Crucis del Espíritu Santo. Iglesia del Buen Pastor, 22:00

La Pontificia y Real Cofradía del Espíritu Santo, Santísimo Cristo del Humilladero y Santísima Virgen María Corredentora conmemora el Vía Crucis Penitencial del Espíritu Santo, de gran tradición en la ciudad, que transita al sur de Cáceres por el barrio El Carneril, erigiendo al Santísimo Cristo de la Preciosa Sangre, talla de la Casa de Imaginería Religiosa Serquella, fechada en 1970, que personifica a Cristo Crucificado, cegado por la sangre que surca su rostro, con corona de espinas que rasga su frente, sienes y cabeza. Yace entre los claroscuros caprichosos de los cirios y velas portados por los fieles que escoltan devotamente al Señor en su camino de estaciones en esta Semana Santa; memoria de los pasos que dio Jesucristo caminando al Calvario. El único acompañamiento musical al cortejo, para potenciar el recogimiento y el fervor propios, es un timbal destemplado y el lento sonar de las pisadas. Los hermanos cofrades van ataviados con túnica granate ceñida con cíngulo de color marfil, verduguillo púrpura y capuchón sin capirote, con el escudo de la Cofradía bordado en el lado izquierdo del frente y la medalla de la Hermandad al pecho.

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Cristo Negro. Concatedral de Santa María, 24:00

La Muy Solemne, Venerable y Pontificia Cofradía Hermandad Penitencial del Santo Crucifijo de Santa María de Jesús procesiona en el margen de la medianoche del Miércoles Santo el venerado Santo Crucifijo de Santa María, conocido popularmente como Cristo Negro, sin duda, uno de los pasos más simbólicos y admirados de la Semana Santa cacereña. La hermosísima talla, de madera traída del norte de África, destaca por sus profundos y marcados rasgos, de perfecta policromía, su color del ébano es debido en parte al paso del tiempo y al humo de las miles de velas que han estado colocadas cerca de él. Datada por expertos y estudiosos en el siglo XIV, de autor ignorado, aunque las especulaciones refieren a Paulus o Pablo de Colonia, si bien, es un hecho conocido que la familia de los Ovando fueron mecenas principales de la obra maestra, abonando para el fin, 1.300 maravedíes. La devoción que la ciudad de Cáceres manifiesta hacia su Crucificado es incuestionable y patente; miles de personas acompañan la travesía del Santo Crucifijo por las centenarias arterias enlosadas de la Parte Antigua, intramuros, que no puede abandonar, con un respetuoso y conmovedor silencio. Muy emocionante en la Estación Penitencial es la aparición del Muñidor, con dos hermanos alumbrando con hachones, y detrás, el Alcalde Mayordomo, quien con tres golpes en la puerta lateral de la Concatedral de Santa María La Mayor, realiza la siguiente llamada: «Que salga la hermandad del Cristo Negro, Dios lo quiere así». Los hermanos, de hábito Benedictino, negro, y cíngulo de esparto ceñido asisten en numerus clasus, entre 50 y 59 cofrades, al Señor. El sonido de una esquila de bronce y el de un timbal destemplado anuncian el principio y cierre del cortejo procesional.

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