La Burrina. ACISJF – San Juan, 11:45

Despuntando el mediodía del Domingo de Ramos, la popular «Burrina» de la Semana Santa, paso de evidente satisfacción infantil, sale en procesión por las céntricas calles de la Ciudad Antigua de Cáceres, adentrándose por entre las centenarias piedras, adarves y puertas monumentales. Los hermanos de la Real y Fervorosa Hermandad de Nazarenos y Cofradía de los Ramos, Cristo de la Buena Muerte, Virgen de la Esperanza y San Juan Bautista asisten la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, talla adquirida en 1946 a la Casa Bayroda Basols, diseñado por Jaime Martrús i Riera, ataviados con hábito albo ceñido a la cintura con cíngulo de lana gualda, capa morada e impecables guantes blancos. Es significativo y especial de esta procesión el uso de las palmas, bendecidas al paso por San Juan, en lugar de cirios, y la consagración y regalo fraternal de ramas de olivo entre los fieles. Asimismo, los cofrades escoltan a cara descubierta, sin capuchón, la imagen con el acompañamiento musical de cornetas y tambores de la Banda Romana de los Ramos. El repicar sincrónico de los instrumentos en señal de regocijo y los vítores de los devotos reciben con alegría al cortejo; grupo escultórico constituido por Cristo subido en una burrina, dos niños hebreos y una mujer sosteniendo un niño, de rodillas, quien levanta el brazo portando un ramo de olivo en actitud de aclamar al Señor.

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Procesión del Silencio. Iglesia de Santiago, 19:00

Procesión del Silencio que se celebra al anochecer del Domingo de Ramos. Tres pasos erigen la procesión portados con devoción: El Señor camino del Calvario, majestuosa composición de La Caída del Señor, obra en escayola adquirida en 1956  y La Verónica, elaborada en los Talleres Hermanos Bellido en 1903 y donada posteriormente a la Cofradía; Santísimo Cristo de los Milagros, de autoría anónima, fechada en 1583, contrito paso acarreado por infantes cofrades; y, Nuestra Señora de la Misericordia, realizada en los Talleres de Hijos de José Rius en 1927, que luce para las estaciones penitenciales un palio inmenso, regio, de doce varales, engalanado con plétora de flores y cirios. La Pontificia y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Misericordia, inscrita según el Archivo Diocesano de Cáceres en 1464, hace destacar el cariño y raigambre que se profesan la Ciudad de Cáceres, la Semana Santa y esta Cofradía. En el Cortejo se distinguen los hermanos de escolta, de sotana, antifaz y capirote morado con capa nacarada, Cruz de Santiago al hombro izquierdo y fajín de esparto. Los hermanos de carga lucen túnica morada, Cruz de Santiago henchida sobre el pecho, al lado izquierdo, y cordón y cíngulo, gualdo, uno al cuello y otro a la cintura. El culto y la veneración demostrada por los creyentes durante todo el recorrido de la procesión son patentes, y ayudan junto al acompasado ritmo isócrono de los instrumentos, a generar la atmósfera de respeto y sentir penitencial.

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Procesión de las Penas. Capilla de San José, 19:30

Al poniente del Domingo de Ramos se celebra la muy solemne Procesión de las Penas, cuando la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo del Amor, Señor de las Penas y Nuestra Señora de la Caridad escoltan dos bellísimos pasos por las céntricas calles de Cáceres. La Dolorosa Esperanza ante la Caridad del Padre, pequeño pero precioso misterio, es honrado en su carga a hombros de los cofrades infantes, jóvenes hermanos que identifican la veneración y respeto que muestra la ciudad en su Semana Santa. Y, El Señor de las Penas, talla de finales del siglo XVI, realizada por el escultor vallisoletano Pedro De la Cuadra, de la escuela de Gregorio Fernández, que revela el dramatismo de la obra en los pliegues quebrados y gestos, como se ve en el Cristo flagelado de la composición. La estructura de columnas, el incienso vertido a su paso, y la descomunal pureza de la imagen, magnifican el palpable ambiente de respeto y devoción. Acompañan a los pasos los hermanos, ataviados con una túnica de color hueso, coronados en verduguillo los adultos y en turbante hebreo los próceres jóvenes, morados, con el cíngulo que ciñe el hábito. Asisten las cornetas y tambores el lento marchar de la procesión, mitigando y anunciando el dolor de los fieles en este profundo Misterio Penitencial.

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